El 1 de enero de 2016, la Comisión Europea rebajó los niveles permitidos de arsénico en los alimentos para tratar de adecuarlos mejor a las evidencias científicas que se acumulan desde hace años relacionadas con el consumo de este tóxico a través de los alimentos. Los niños son, como recoge también esta semana un estudio en la revista JAMA, los más vulnerables a esta cuestión. Leer
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