Japón vivió la noche del 25 de Julio uno de los peores ataques de su historia, cuando a las 2,10 de la noche un joven de 26 años entro en el centro de discapacitados de la ciudad de Sagamihara que se encuentra a la 40 km del suroeste de Tokio, aprovechando que había sido trabajador del centro desde Diciembre del 2012 hasta Febrero del 2016, por lo que a nadie le extraño el verle por allí, pero esta vez sus intenciones no eran de saludar a los compañeros, sino de matar a los numeroso internos que se encontraban en el centro.
Para llevar a cabo su plan espero que anocheciera para acceder al centro rompiendo la ventana con un martillo y una vez adentro matar a cuchilladas a 19 personas, herir a 26 y dejar a otras 20 en estado crítico, todos ellos con edades de 19 a 70 años.
El centro lleva por nombre Tsukui Yamayuri, y pertenece al gobierno de Kanawaga aunque está gestionado por una empresa privada al igual que sus trabajadores, está pensado para alojar a 160 personas, de los cuales 150 son interinos con edades comprendidas entre los 19 a 75 años y el 40% de ellos son mayores de 60 años.
Aunque uno de los empleados aviso enseguida a la policía de lo que estaba pasado en el edifico no fue hasta pasada 1 hora cuando le pudieron detener e identificarle como Satoshi Uematsu, tras su detención comprobaron que portaba una bolsa llena de cuchillos y herramientas afiladas y ensangrentadas, por lo que confeso que había sido el autor del ataque al centro de discapacidad, ya que confeso que quería hacer un mejor mundo pero para ello era necesario eliminar a las personas con discapacidad, por lo que se le arresto debido a un homicidio intencionado y por allanamiento de morada.
Según investigaciones policiales se ha descubierto una carta que escribió en febrero Satoshi Uematsu donde aseguraba que después de haber trabajado y saber cómo se trata a las personas con discapacidad, su deseo era poder eliminar como mínimo a 470 personas con discapacidad severa, consiguiendo así para ellos una eutanasia decente sin tener que esperar el consentimiento de los tutores, ya que estas personas son incapaces de vivir en unas casa y menos de participar en la sociedad, por lo que no deberían de tener derecho a ningún cuidado, ni siquiera deberían de estar vivos, aseguraba en sus cartas.
Al igual que se ha comprobado que en marzo tuvo que ser ingresado en un centro psiquiátrico durante 12 días debido a que ya amenazaba con acabar con la vida de este colectivo, pero fue dado de alta ya que pasado ese tiempo no suponía ningún riesgo para la sociedad y su salud psiquiátrica había mejorado, y no se había vuelto a tener queja de su comportamiento hasta el día de ayer.
Hay que recordar que estos hechos no es lo normal en Japón ya que tienen la tasa de criminalidad más baja del mundo y la venta de armas está muy restringida.