Detectar la dislexia

La dislexia, es un trastorno del aprendizaje, a veces difícil de detectar ya que se suele achacar a un nivel bajo de maduración del niño, y sueles ser tachados de vagos, distraídos e inmaduros, haciéndoles creer que son malos estudiantes, y menos inteligentes, cuando no es así, ya que en los test de inteligencia suelen dar resultados normales o incluso un poco más alto que la media. Su causa, no está clara, aunque tiene un origen neurobiológico.

Entre sus síntomas en la edad escolar se encuentra dificultades para aprender a leer y escribir, escribir números como si se vieran en un espejo, dificultad entre izquierda, derecha, arriba, abajo, problemas para seguir una secuencia, alternar momentos buenos y malos a la hora de realizar un ejercicio, facilidad para quedarse en blanco durante un examen, falta de atención dando una imagen de desconcentrado, continuos errores gramaticales aun conociendo las normas de escritura, problemas de lenguaje oral, escritura descuidada, mala letra, tendencia a confundir o comerse números, gran dificultad para aprender idiomas, baja autoestima, sensación de frustración continua por darse cuenta que no acaba de llegar a los objetivos que le marcan, cambiar las letras b,v,d, problemas de psicomotricidad, falta de ritmo y equilibrio en bicicletas, patine.

Por ello es importante un diagnostico precoz, aunque la realidad es que hay mucha falta de diagnostico, ya que cuando antes se le dé a la personas las claves para manejarse con ello, esta comprenderá que le pasa y aprenderá a sacar toda la valía que tiene, lo único que precisan las herramientas necesarias para ayudarles a adaptarse al proceso escolar y con ello evitar que la dislexia les afecte más de la cuenta en su vida adulta.

En la vida adulta la sintomatología es: Dificultad para organizarse, gestionar el tiempo haciendo que lleguen o más pronto o tarde a un sitio, problemas para reconocer direcciones y leer mapas, olvidan con facilidad caras, nombres, datos, dificultad entre derecha e izquierda, torpeza motriz, problema de concentración, necesidad de rodearse de apuntes visibles, notas en posis, esquemas, cometen faltas de ortografía aun sabiendo las normas de ellas, nula acentuación, lectura lenta o bien rápida pero sin compresión de lo escrito, necesidad de releer varias veces un texto, en la escritura pueden darse emisiones de letras, o sustituciones de unas por otras, mala letra y nunca en línea recta, al igual que los niños alternación buena y mala llevando a cabo la misma tarea, provocándoles todo ello ansiedad, baja autoestima, angustia, tristeza, rabia, irritabilidad, sensación de estar a la defensiva cuando se dan cuenta que han hecho algo mal.

Es muy normal que la dislexia no esté sola, ya que la suelen acompañar alguna de las siguientes dificultades, el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad): TGD (Trastorno General del Desarrollo). Disgrafía, Disortografía, Discalculia, Dislalias…

Muchos disléxicos son capaces de compensar sus desventajas con relativa facilidad; sin embargo, suelen tener más dificultades para superar el problema emocional de sentirse inferiores.

Por ello, los neurólogos y psicólogos insiste en la detección precoz para poder actuar contra la dislexia cuanto antes, aunque con entrenamiento cerebral es posible fortalecer la conectividad de las redes neuronales implicadas en el procesamiento del lenguaje, ya que por medio de ejercicios interactivos se detectan las áreas cognitivas más debilitadas y se estimulan los circuitos neuronales que más necesite reforzar cada persona. Son necesarios 20 minutos de ejercicios dos o tres veces por semana, para mejorar significativamente la memoria de trabajo, el desarrollo cognitivo y el rendimiento de lectura, consiguiendo así una mejora importante sobre la dislexia a cualquier edad, incrementando la capacidad de lectura-escritura, comprensión, concentración, agilidad de aprendizaje y rendimiento académico y laboral.