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Cuando una persona sufre un ictus o derrame cerebral, hay que actuar dentro de la ventana de oro, que es un tiempo de 3 horas, que puede cambiar su historia, para poder restaurar el flujo sanguíneo en la región cerebral minimizando las posibles secuelas o por el contrario no actuar a tiempo y sufrir un daño irreversible.
Entre los síntomas a tener en cuenta, se encuentra:
– Pérdida repentina de la fuerza en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
– Alteración repentina en la sensibilidad (“acorchamiento”, hormigueo”) en cara,
brazo y/o pierna de un lado del cuerpo.
– Pérdida súbita de la visión de uno o ambos ojos.
– Dificultad repentina para hablar, expresarse o comprender el lenguaje.
– Dolor de cabeza súbito, de alta intensidad y sin causa aparente.
– Sensación de inestabilidad o desequilibrio bruscos, en especial si se acompaña de algunos de los anteriores
En los últimos años, han sido los menores de 45 años, quienes más están sufriendo ictus, aunque también son los que no reconocer los síntomas y ante los primeros síntomas, siguen haciendo vida normal en vez de acudir a urgencias, y cuando lo hacen, es por insistencia de algún familiar o amigo, habiendo pasado ya en la mayoría de los casos, el tiempo de oro.
Hay que tener claro que un el ictus isquémico, puede sobrevenir a cualquier persona sea cual sea su edad, aunque existen factores de riesgo como la tensión arterial alta, la diabetes, el tabaquismo o la obesidad.
En cambio, una dieta sana y el ejercicio regular, así como moderar el consumo de alcohol, de sal y no fumar, reducen el riesgo de sufrir un accidente vascular.
