¿Recuerdas tu niñez, la emoción que sentías cuando alguien te entregaba un regalo?, sabias que por tus venas corría la impaciencia por abrirlo y tu imaginación volaba pensando en que seria, deseabas que aquel objeto fuese lo que llevabas tiempo soñando, pero si además de todo esto, imagina que era algo que realmente necesitases para hacer tu vida ¿Cómo sería tu reacción?
Esto es lo que le paso a una niña de 8 años de Bristol (Inglaterra), que por alguna circunstancia le faltaba su brazo, y aunque había aprendido a convivir con ello, una mañana la vida le dio un regalo, apareció en su casa Stephen Davies un hombre que tiempo ante bajo pedido de sus padres la había diseñado su brazo en la empresa E noble donde trabaja realizando prótesis para aquellos que más lo necesitan.
Isabella que así se llama nuestra protagonista, cuando abrió el paquete no se podía creer lo que contenía, un brazo en 3D, colorido especialmente para ella, por lo que no dudo ni medio minuto en ponérselo y pasearse con ello por el barrio enseñándole a todo el mundo como funcionaba su nuevo miembro con una enorme sonrisa.
El potencial de la tecnología de impresión 3D es sencillamente formidable, el sincero brillo en los ojos de Isabella nos recuerda el auténtico objetivo de la investigación y el progreso tecnológico: hacer más feliz y completa la vida de las personas.