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Diana vuelve a caminar

Diana es una  chica de Kazajistan de 15 años que durante 2 años no pudo mover las piernas debido a los fuertes dolores que presentaba y a la rigidez de estas.

Su pesadilla empezó una mañana en clase cuando se le durmió una mano y acto seguido sintió un hormigueo en las piernas que en 3 días paso a no poder moverlas, los médicos de su país la detectaron un episodio de desmielinizacion en su medula, que consiste en un problema de la membrana que recubre el tejido nervioso es atacada por sus propios anticuerpos, aunque con tratamiento mejoro algo, a los pocos meses volvió a empeorar y llegando al punto de que sus piernas ya no la respondían en ningún momento.

Antes esta situación y después de pasar por varios médicos obteniendo en todos la misma respuesta, no saben que la pasa, decidieron que lo mejor sería traerla a España.

Ya en España la primera doctora que la vio fue Roció Sánchez Carpintero, especialista en pediatría y neurología infantil de la Clínica Universidad de Navarra, donde se haría el tratamiento de Diana, y sería una de las integrantes del equipo multidisciplinar que la tratase.

Enseguida se vio que la chica sufría una lesión medular transitoria de origen postinfeccioso, aunque normalmente estas lesiones no dejan secuelas y responden muy bien a tratamientos, no era su caso,  aunque también se percataron que el dolor de Diana no era por la inflamación de la mielina, si no por las molestias de la inmovilidad, por lo que llevaron a cabo múltiples pruebas para descartar una lesión física, e incluso pensaron en operarla, pero en su paso por el anestesista algo les llamo la atención, descubrieron que bajo sedación las articulaciones se movían.

Este hecho les hizo pensar en qué problema principal estaba en el cerebro, ya que este se había remodelado debido al dolor y rigidez de las piernas,  este hecho es muy normal según señala Roció «Nuestro cerebro ante el dolor reacciona cambiando sus circuitos, que terminan fijándose y modificando la percepción de la propia anatomía. Es como si aprendiera a percibir la rigidez y el dolor continuamente. El cerebro, ante cualquier movimiento o rigidez, perpetúa el dolor y lo potencia, pero éste es absolutamente real”, aunque comprobaron con diversas pruebas que su umbral de dolor era de 8 o 9 sobre 10, intensidad que permaneció en el 1º mes de tratamiento.

Una vez que se tuvo claro que el problema era del cerebro, empezaron a trabajar en un tratamiento basado en rehabilitación, terapias psiquiátricas y de relajación.

Al principio no dejaba que nadie la tocase para movilizarla, solo lo podía hacer su madre, por lo que preveían un diagnostico muy malo, según Cesar Soutullo responsable de la unidad de psiquiatría infantil y adolecente del centro, tenía una actitud enfadada, no quería hablar con nadie, tenía miedo al dolor, por lo que gran parte del tratamiento se basó en bajarle el enfado hasta hacerlo desaparecer y dar paso a que asumiera que su problema no era físico, sino un trastorno de somatización, para lograrlo trabajo junto a 2 enfermeras realizando ejercicios de relajación y siguiendo un tratamiento antidepresivo que redujera su ansiedad al dolor.

Tanto Carolina Machiñera enfermera que estuvo a su lado en cada sesión, como Milagros Casado directora del departamento de rehabilitación, y en general todo el persona que la trato recuerdan que el primer mes fue muy difícil ya que no colaboraba en nada, y no se la podía poner en plano ni inclinada para trabajar con ella, aunque todo cambio cuando la enseñaron el video de ella estando sedada como movilizaban sus articulaciones y estas respondían, fue cuando comprendió que verdaderamente estaba bien, por lo que empezó a poner de su parte y cambio la relación que tenía con la enfermera relajándose y dejándose guiar por lo que la decía, consiguiendo así avanzar hasta notar el movimiento de sus pies, ha continuación con la nueva actitud empezó a trabajar con los especialistas de salud mental técnicas de relajación progresivas, mediante diversas técnicas de yoga consiguió otro objetivo más, mover las rodillas, y fue en ese momento cuando comprendió que el centro la estaba ayudando en el proceso de recuperación.

Según fue avanzando su mejoría, los rehabilitadores y fisioterapeutas lograron que sintieran sus piernas, cada moviento que realizaba y que su cuerpo se soportara de pie con apoyo, aunque mediante sus avances lograron que se mantuviese de pie por sí sola, y empezó a ponerse cada día límites para superar y mejorar por decisión propia.

Después de pasar unos meses de tratamiento y con una clara mejoría visible, ya que entro en silla de ruedas y ahora ya estaba andando sin ayuda, por lo que llego el momento clave,  realizar un viaje fuera de España, a Soutullo, donde grabo su proceso de recuperación, y pedía que la hicieran fotos para que viera como continuaba sus avances el psiquiatra del centro.

Al finalizar su etapa, Carolina como Milagros coinciden en destacar el empeño, la motivación y la autoexigencia que tuvo Diana para recuperarse, especialmente cuando se dio cuenta que el dolor se estaba controlando con el tratamiento, especialmente recuerdan el día que vio que podía volver a nadar, ya que antes de la parálisis solía competir en numerosos eventos de natación, por lo que el día que comprobó que podía volver a nadar fue una alegría inmensa y desde ese momento se dio una progresión impresionante.

Ingreso en el centro a finales de Octubre de 2015 en sillas de rueda, y en enero del 2016 empezaba a caminar con muletas, para final de ese mes hacerlo sola e incluso poder hacer bailes de hip hop de forma autónoma.

Cesar Soutllo quiere dejar claro que lo de Diana no es un milagro, es una enfermedad psiquiátrica con síntomas físicos, y que después de 2 años inmóvil en una silla de ruedas tenía muy mal pronóstico, pero sin embargo debido al enfoque multidisciplinar que se dio al caso, y la coordinación de cada semana con los especialistas, pudiendo así aportar cada uno su visión del problema, se consiguió dar con el verdadero problema y la mejorar manera de tratarlo que diera como resultado el esperado.

Cuando Diana volvió a Kazajistan explico que «toda mi familia tenía lágrimas de felicidad cuando me vieron caminar y al saber que estaba curada.

En este momento, mi vida está llena de colores brillantes. Quiero terminar el colegio, empezar a estudiar en la universidad y viajar mucho por todo el mundo».

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